Por momentos la turbulencia del mundo se vuelve pura fragilidad... Por momentos la tibieza de los cuerpos se hace fracaso...

sábado, 14 de julio de 2012

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Esta propuesta es la segunda parte de la obra de teatro-danza Me acosté con la cabeza mojada, que luego de transitar el vacío contemporáneo, se anima a tratar particularmente un matiz propio de la condición humana: la fragilidad.

La fragilidad montada sobre la inercia, la fragilidad de los objetos, la fragilidad de la existencia humana, la fragilidad de los placeres. Como una instancia que no puede superarse a partir de la belleza, el erotismo, la vacilación, la ignorancia, la ira y el grito. Como una verdad de las cosas mismas.

El mundo se rompe, se fisura, se disuelve en cualquier instante. Lo que es sólido de pronto, sin más, ya no lo es. Ante la mentira cotidiana de la continuidad ininterrumpida de la vida tal como se presenta, de repente, se rompe la ilusión y surge la conciencia. Y se ve con claridad la fragilidad de lo construido.

Los objetos, las personas, el tiempo, los espacios, están y pueden desvanecerse, desintegrarse.

La agonía vive en esa tensión. La vida vive en esa tensión. Y eso es el presente.